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Paramahansa Yogananda: el yogi que quiero conocer
por: Daniel Antonio Bernal Martínez
Estudiante de Literatura, Universidad Javeriana, Bogotá

Sep. 2020



Suele ser una constante establecer la cultura de Asia y la de América y Europa como polos opuestos. Se vive pensando que las diferencias son los irreconciliables, y en muchos casos, se llega a prejuiciar aquello que no se conoce en profundidad. En este texto quisiera comunicar de manera simple y amorosa mi relación temprana con Paramahansa Yogananda y sus enseñanzas, enseñanzas que me provocan un interés ferviente conforme pasa mi vida.


Pero primero sería importante establecer una pequeña introducción a Paramahansa como ser humano y a su obra. Nace él en 1893, siendo hijo de una familia de la casta Kshatriya, de un padre fuerte y dedicado y una madre valiente y amorosa. Ambos discípulos de Lahiri Mahasaya (figura clave para la introducción del Kriya yoga en india y en el mundo, de lo cuál hablaremos más adelante) la vida de Paramahansa, cuyo nombre fue primero  Mukunda Lal Ghosh, se encuentra llena de una profunda fuerza espiritual y una capacidad para trascender lo material desde sus primeros años. En su libro Autobiografía de un yogi, explica el maestro que fue descubriendo sus habilidades sugestivas, mentales y la fuerza de la palabra por juego y curiosidad. Un día menciona cómo, por medio de la palabra, vaticina-y produce- una deformación en el cuerpo de su hermana y en su propio cuerpo por la fuerza de sus afirmaciones. En este momento podría pensarse, de la mano con nuestras herramientas conceptuales de mágico, fantástico e irreal que los sucesos que atraviesan la vida del yogi son extraordinarios y, en cualquier caso, falsos. Sin embargo, aquel que escribe estas líneas no puede evitar pensar que existe una fuerza en las palabras, acaso imperceptibles, que transforman el mundo y los seres que lo habitan. Entonces ¿Por qué no habría de ser posible que el niño que será una gran figura espiritual en la historia mundial del siglo xx no manifieste dotes de adivinación, sugestión y transformación material? Tal vez la clave sería repensar la manera en la que leemos y habitamos los textos.


Consciente de su vocación espiritual, el maestro recibe instrucción por parte Sri Yukteswar, discípulo de Lahiri Mahasaya que a su vez fue discípulo de Mahavatar Babaji, una figura emblemática que atravesó la historia de India y que recuperó las enseñanzas del Raja Yoga que en algún momento Krishna le entregó a Arjuna. Recibe Yogananda esta instrucción a partir de 1910, desde que tiene 17 años, y en 1920 parte para Boston donde expone su conferencia “La ciencia de la religión” que explora las conexiones presentes entre las religiones y la capacidad de establecer un dialogo y contacto consciente con Dios a partir de las técnicas del Kriya yoga.


En el capitulo xvi de su autobiografía define qué es el kriya yoga y cómo se relaciona directamente con el cuerpo. En primer lugar, kriya yoga es la unión de dos palabras (actuar y unión respectivamente). La práctica del kriya yoga es un medio que se puede utilizar para desprenderse del karma que aprisiona los pensamientos y el actuar (provocando así el moksha que es la liberación del ciclo de reencarnación y uno de los purusharta). Es también el kriya yoga un método psicofisiológico para que la sangre del cuerpo se descarbonice y se cargue de oxigeno. Este proceso que se hace por medio de una serie de ejercicios respiratorios y corporales provoca prolongaciones, alteraciones y mejoramiento de las funciones del cuerpo y de la mente. Con el tiempo puede permitirnos ser conscientes del cuerpo físico que tenemos, del cuerpo astral (que nos rodea así no lo veamos) y de la fuerza vital, prana, que nos constituye y constituye todo lo viviente. Podría pensarse más a fondo que la ciencia del kriya yoga es también un medio para que nos acerquemos a la profundidad de la mente, sus niveles y su complejidad, así como a los efectos que el karma- consciente e inconsciente- ha ido dejando en nuestra existencia material. Sin embargo, no son estos asuntos los que menciona el maestro Yogananda, sino impresiones que tiene aquel que escribe esta cuartilla.


Siguiendo lo que mencionaba el maestro, dice él que la carga de oxígeno que se da al cerebro (cuyas ondas siempre son positivas e irradian energía) logra energética los seis centros de energía (o chakras) que se hallan repartidos a partir de la zona erógena del cuerpo humano y sube por medio de la espina dorsal hasta la glándula pineal, hallada dentro el cerebro. Aquí entonces se plantea otra ruptura y se rompe el mito de que no hay una ciencia en el yoga; existe un conocimiento profundo de la manera en la que funciona el cuerpo y de las interconexiones que se establecen. Es gracias a este proceso de respiración- oxigenación que se lleva a cabo por el yogi que se produce el acercamiento a la consciencia cósmica, suceso, objeto y persona que constituye la experiencia viva y el universo mismo. Insiste el maestro también en que la mente humana no se encuentra condicionada para comprender y sentir la presencia de esta consciencia cósmica, pero plantea que la práctica del Kriya yoga es el medio para alcanzar la plenitud y la libertad frente a las ataduras de los sentidos y sus ramificaciones (gusto, olfato, tacto, oído y vista). Nos invitan a pensar las ideas de Paramahansa Yogananda en la capacidad que tendríamos para purificar nuestra mente, no ya por medio de un proceso de sufrimiento, sino más bien estableciendo un proceso de consciencia del presente y del cuerpo donde el pasado, el futuro y las preocupaciones son el combustible:


El yogi evolucionado, controlando su mente, su voluntad y sus sentimientos, de falsas ramificaciones de los deseos corporales, uniendo su mente con las fuerzas superconscientes en los nichos espirituales de la espina dorsal, vive en el mundo como Dios lo ha dispuesto, no impedido por los caprichos del pasado ni por meros impulsos, motivos o causas humanas.” (Yogananda, 1946)


Siempre ha sido difícil para quien escribe estas letras ver o sentir más allá de lo evidente. Pero el maestro Yogananda invita a pensar en las realidades que habitan más allá de lo material y que nos permiten ver realidades extracorporales que se manifiestan en el mundo y que están ahí para aquellos que las buscan. Cristo es uno de los grandes ejemplos de esto, y la dedicación que le da Paramahansa a explorarlo durante su vida es importante; aquel que desea conectarse con Dios, cualquiera que sea la imagen de él que se tenga, no puede ni debe descartar el ejercicio de la meditación, una parte fundamental del kriya yoga.

Es gracias a estas enseñanzas y aproximaciones que, en 1936, después de un largo periodo llevando a cabo su misión de llevar las enseñanzas a occidente, Paramahansa inicia en el kriya a Mahatma Ghandi, personaje conocido por sus contribuciones a la independencia y paz de la India en el conflicto provocado por los colonizadores ingleses. Durante su estadía, y antes de que muera su guro, el yogi recibe los títulos de paramahansa (cisne supremo) y yogananda (siendo ananda bienaventuranza) y que podría entenderse como el cisne supremo que nos une con la bienaventuranza, una traducción mía que si bien es atrevida no deja de translucir unos destellos de belleza y que deben ser abordados en otro momento, sobre todo por la figura del cisne como figura suprema de la divinidad y la belleza. Regresa unos años después Yogananda a Estados Unidos, y continúa su labor de servicio y amor por la humanidad hasta que lleva a cabo el mahasamadi -que es el abandono consciente del cuerpo en el momento de la muerte- en 1952, dejando un gran legado espiritual, moral y material en la congregación Self-Realization Fellowship (fundada en 1920) y en su libros, charlas, comentarios a textos clásicos como el Baghavad Gita, que han sido y son fuente de inspiración para millones de personas que vienen y van por esta experiencia material. Hoy en día existen comunidades dedicadas a las enseñanzas de Paramahansa y sus legados como Ananda, una comunidad-puente que ha ayudado a transmitir y fortalecer lazos espirituales en Europa, América y África.


Yo, como escritor de estas palabras de curiosidad y respeto no puedo hacer más que admirar a Paramahansa Yogananda. En un país profundamente violento como Colombia, y en medio de una humanidad cargada de violencia y destrucción, la posibilidad de una revolución espiritual, desde la palabra, el servicio, el amor y la comunicación consciente con Dios- que tome la forma deseada de acuerdo con la mentalidad de quien lo experimenta- no deja de ser un motivo de esperanza y alegría para vivir los días que correspondan en esta experiencia material. Como homenaje, terminamos este texto con la mención a la conmemoración que se le da en la India a propósito de su mahasamadi:


«En la vida de Paramahansa Yogananda, el ideal de amor a Dios y servicio a la humanidad se manifestó en su plenitud. [...] Aun cuando la mayor parte de su existencia transcurrió fuera de la India, podemos contarle entre nuestros grandes santos. Su obra continúa prosperando y refulgiendo cada vez más, atrayendo hacia la senda espiritual a personas de todas las latitudes».





Bibliografía


-Antolin, Molel. “De todo un poco: La glándula Pineal, ¿Unión Cuerpo y Alma?” en El tiempo blogs. Disponible online, 2017.

-Ramacharaka, Yogi. 14 lecciones sobre filosofía yogi y ocultismo oriental. Editorial Kier, 1999.

-Yogananda, Paramahansa. Autobiografía de un yogi. Edición de 1946, Biblioteca digital Upasika.

-Referencias de Wikipedia sobre Lahiri Mahasaya, Sri Yukteswar, Mahavatar Babji y Paramahansa Yogananda.

-Página virtual de Self Realitazion Fellowship.




LITERATURA